Querer darle una infancia feliz a los niños es la más universal de las ambiciones de los padres, pero ¿qué significa esto? ¿cómo lo logramos?
No hay receta perfecta que podamos seguir que nos garantice que le regalaremos una infancia feliz a nuestros hijos. Hay, sin duda, muchas cosas que podemos hacer para impulsar la felicidad de nuestro hijo. Lo más importante, según Hugh Jenkins, director del Instituto para la Terapia Familiar, es que los padres deben permitir que los hijos sean lo que son, con respeto hacia sus sentimientos, gustos e ideas. Más que comenzar con una idea de Infancia feliz y esperar crearla, los padres deberían dejarse llevar por sus instintos y hasta cierto punto, dejarse guiar por sus hijos.
No hay y no debería haber recetas para una infancia feliz, dice Jenkins, «aunque hay ciertas cosas que los niños necesitan de sus padres para sentirse bien con ellos mismos. Estas condiciones nos ayudarán a sentar la base de una infancia feliz.
AMOR Y APROBACIÓN
La importancia de sentirse querido y la falta de confianza en sí mismo en aquellos que no se sienten así, ha sido tema en muchos estudios de investigación. ¿Qué quiere decir amor para un niño?. Penelope Leach, experta en desarrollo infantil dice que «un niño debería reconocer por lo menos a una persona de importancia para él quien, incondicionalmente, piense que él es maravilloso. Esto es lo que hace que una persona se valore y se ame a sí misma, que la haga capaz de valorar y amar a otras personas. Esto, seguramente, es la fuente vital de la felicidad«.
El amor incondicional significa que los niños saben que son lo suficientemente importantes para que, no importe cuan bravos, desobedientes o desagradables sean o cuanto sus padres desaprueben de su comportamiento en esos momentos, no los rechazarán ni echarán. Esto significa dice Miranda Passey, psicoterapista infantil, que ellos pueden creen que sus sentimientos importan y no serán ni humillados ni ignorados.
Passey, en su trabajo clínico, ve la angustia de los niños que no se sienten queridos. «Estos niños se sienten que ni logran cumplir con las expectativas de sus padres, ni logran ser el tipo de persona que ellos creen que sus padres quieren. Para ayudar a estos niños, necesito que los padres se den cuenta de qué es lo que esta pasando en sus vidas, cuáles son sus expectativas. Cuando los padres lo reconocen, uno ve cómo el dolor del niño se mitiga.
SEGURIDAD
Es muy difícil para un niño sentirse feliz cuando no se siente seguro. Seguridad física: sentirse seguro y protegido en casa es claramente muy importante. Cuando los envían a internados o a campamentos de vacaciones les va muy bien a algunos niños, pero su seguridad reposa en saber que si son infelices, no los van a obligar a quedarse.
Por lo contrario, los niños que deben hacer lo que los padres les tienen planificado sin importar cómo se sientan, pueden sufrir de inseguridad toda la vida.
La seguridad psicológica es vital, pero cómo puede un niño llegar a sentir que el mundo es un lugar seguro? Penelope Leach dice «A los niños los ayudamos a sentirse seguros cuando sus deseos son tomados en cuenta, si sus ideas y pensamientos son tomados seriamente. Ellos pueden sentirse satisfechos de quienes son. Ellos también necesitan saber qué es lo que se espera de ellos, que a sus padres les importa saber dónde están y que están haciendo.
JUSTICIA Y PRIVACIDAD
La justicia es importante para la sensación de bienestar de los niños, aquellos que piensan que sus razones y defensas no tienen voz contra el padre que «siempre está en lo correcto» puede vivir una rabia contenida que saldrá más adelante en su vida o pudiera convertirse en depresión.
Miranda Passey explica que es importante que los padres puedan demostrarles a sus hijos que ellos también pueden cometer errores, admitirlos y pedir disculpas. Ella dice que así el niño podrá respetar a sus padres cuando éstos sean firmes ante una situación, que están en lo correcto y entender que es lo razonable».
JUGAR Y DIVERTIRSE
Muchos padres consideran y saben lo importante que es para los niños que jueguen. A pesar de todas las idas a los parques y la inversión de muchísimo dinero en juguetes, el tiempo de juego de los niños ha disminuido mucho y lo seguirá haciendo pues nuestra vida esta abarrotada de actividades.
Para muchos niños privilegiados, Leach dice, tienen la vida llena de actividades que se suponen que son divertidas pero también para su desarrollo. Eso es muy diferente a jugar, donde los niños generan sus propias ideas y reglas, están libres de explorar sus fantasías y dejar libre su imaginación. En este tipo de juego, los niños resuelven problemas, trabajan en cosas que los preocupan o los intriga y experimentan el disfrute verdadero.
La esencia del juego es la diversión. Los niños solos con sus juguetes son bien capaces de disfrutar por ellos mismos. Pero, los recuerdos de una infancia feliz muchas veces son de los momentos que sus padres participaban con ellos. Los rostros de los pequeños muestran una inmensa alegría cuando arman bloques juntos o cuando papá o mamá se disfrazan de monstruo e inventan aventuras fantásticas juntos. Quizás por esto las vacaciones familiares, que es cuando los padres tiene más tiempo para los hijos, muchas veces son los recuerdos más felices de la infancia.
El punto clave es no solo pensar en quienes son nuestros hijos, o en la causa y el efecto de lo que hacemos por ellos sino en lo tanto que los disfrutamos. Como dice Hugh Jenkins «Los niños se hacen felices con la felicidad de sus padres».
Fuente: Independent, Team La Casa de Tití