Por supuesto que no se trata de desatender a nuestra familia todos los días pero hay cosas en las que podemos ser más flexibles con nosotros mismos. No pasa nada si la casa no brilla en limpieza y orden. Hagamos las cosas con tranquilidad. Si nos tomamos un rato para relajarnos, haciendo una actividad agradable y placentera, todos saldremos beneficiados. También pedir apoyo a familiares, amigos o a nuestra pareja cuando sea posible, estará bien. Debemos tener mucho cuidado con los riesgos que se nos puedan presentar como consecuencia de nuestro cansancio. En la vida vamos a tener que enfrentar muchos factores de estrés y cada vez que surjan nos tocará reevaluar nuestra situación constantemente. Y no nos olvidemos ¡Dejemos la perfección a un lado!
Expertos nos recomiendan poner atención a los signos de agotamiento parental que pudiéramos sentir. Evitemos llegar al punto crítico y hagamos ciertos cambios en nuestra vida cotidiana para aliviar la situación. El cansancio y la fatiga no viene de un día para otro, este lo vamos acumulando con el paso de los días.
- Agotamiento abrumador. Cuando no tenemos energía para enfrentar lo que debemos hacer por nuestros hijos. Solo de pensarlo nos agotamos.
- Desprendimiento emocional de los niños. Cuando nos cuesta realizar las tareas de crianza y desearíamos hacer algo distinto que no fuera ser padres.
- Pérdida de productividad y placer en el papel parental. Cuando evadimos la exigencia y la educación del día a día de nuestros hijos como consecuencia de nuestro agotamiento.
- Cambio de comportamiento. Cuando sentimos cambios en nuestra conducta hacia nuestros hijos.
Y nos dan el mejor consejo: DEJEMOS LA PERFECCIÓN, PIDAMOS AYUDA Y COLABORACIÓN A OTROS.
Fuente: The New York Times: Entrevista a la Dra. Roskam y su colega la Dra. Moïra Mikolajczak, Ph.D., profesora de psicología en la Université Catholique de Louvain; la Dra. Inger Burnett-Zeigler, Ph.D., psicóloga clínica y profesora asistente de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad Northwestern.