Existen variedad de factores por los cuales niños, jóvenes e incluso adultos no se identifican con la música clásica y prefieren la música popular. Podríamos enumerar muchos pero primeramente es cuestión de educar el oído desde pequeños.
Escuchar música clásica e ir teniendo contacto poco a poco con ella es el primer paso. Podemos motivar a nuestros chicos de muchas maneras: invitándolos a participar en las clases de música en la escuela o en el conservatorio, tocando algún instrumento, formando parte de un coro, llevándolos a conciertos entre otros. Así, paso a paso, la música empezará a formar parte de sus vidas. Y además de disfrutar de la música popular y seguir a sus ídolos pues porqué no también disfrutar de algunas obras clásicas, ballets, óperas. Sin duda su mundo musical se enriquecerá.
La Profesora Noemí Aguilar Fernández expresa que la educación, la política cultural que se sigue y la identificación entre identidad y consumo cultural influyen mucho en este sentido. Se da prioridad a la cultura del espectáculo.
Muchos jóvenes prefieren la música popular que la música clásica. Muchas veces incluso la rechazan.
Una música, como su propia denominación indica, clásica, seria, que invita a la reflexión, que no supone participación por parte del oyente (al contrario de lo que sucede en conciertos de música popular, por ejemplo), que es el resultado de una sensibilidad individual y creativa superior, fuera del alcance de la comprensión de la mayoría de las personas.
Esta visión de la música clásica hace que los jóvenes la vean como algo hermético y distante y propio de un grupo muy alejado de sus intereses: las personas “mayores” (desde su punto de vista, claro); un grupo al que, además, suelen oponerse.
Los adolescentes están en pleno proceso de construcción de su identidad y la música popular les ofrece algo que no lo hace la música clásica: ídolos o referentes, tan presentes en esa cultura impuesta, la del espectáculo.
Es mucho más fácil imitar o intentar imitar (para ser aceptado en la sociedad) la estética de un cantante famoso, de cuerpo escultural y ropa ceñida, que la de un gran intérprete de música clásica (sobre todo si no se sabe tocar ningún instrumento musical), que además es desconocido para la mayoría de los jóvenes.
¿Por qué los jóvenes no se sienten identificados con la música clásica?
Porque no la entienden. Y eso es un grave problema de educación.
La forma de explicar la música (tanto en Educación Primaria y Secundaria como en el conservatorio, según la experiencia que yo he tenido) es de forma fría y distante, sin buscar puntos de contacto con el resto de las asignaturas ni buscar puntos de interés con el alumno.
Tradicionalmente la historia de la música se ha enseñado como algo aislado, sin conexión con la estética, con la historia del arte, con la historia en general, ni siquiera con el instrumento en sí.
Eso hace su estudio árido y difícil de aplicar a la realidad sonora, con lo que se sigue sin entender la música.
«La educación del oído musical hay que realizarla desde la Educación Primaria y debe incluir todo tipo de música, para facilitar que toda persona tenga acceso a cualquier música, sin discriminación alguna, y que ante una audición sepa identificar sus elementos constitutivos y el contexto en el que se inserta, para que esa actividad de escucha sea realmente enriquecedora y para que se estimule su capacidad crítica».
Fuente: Música antigua Escrito por Noemí Aguilar Fernández – Profesora superior de guitarra.