Muchas veces nosotros los padres sin darnos cuenta inculcamos en nuestros hijos una sensación de apuro, rapidez y estrés ante la vida. El modo «multitareas» con frases del tipo “¡Date prisa, llegamos tarde!, ¡Corre!», o mirando el móvil en una tarde de juegos … son acciones que diluyen la calma, la concentración y la dedicación al momento que le dedicamos a nuestros pequeños.
“Muchos niños tienen ciertas capacidades como la paciencia y la calma de forma natural. Pero nuestra sociedad (incluidos padres y profesores), exigen mucha urgencia y rapidez de ellos, y vuelcan grandes expectativas en los pequeños. Esto les hace perder el modo de su calma natural desde edades tempranas”, comparte Eline Snel, terapeuta, profesora de meditación y autora del libro «El despertar de la ranita» (Kairós).
Para evitar que se diluya esa calma y conciencia, debemos poner el freno a muchos comportamientos cotidianos del adulto. Desarrollando capacidades que los ayuden a mejorar su concentración, a gestionar sus emociones o desarrollar la atención plena. “La meditación les puede enseñar a los niños cosas tan básicas (y que le cuestan tanto a los adultos) como que a través de la conducta es posible modificar estados fisiológicos. Por ejemplo, saber que si respiro de una determinada manera me voy a tranquilizar es invertir en la propia salud. Además, siempre podrán recurrir a ese tipo de técnicas cuando estén estresados o nerviosos”, comparte Abel Domínguez, psicólogo infantil y director de Domínguez psicólogos.
Seis técnicas para transmitir tranquilidad a los niños a través de la meditación
A partir de los siete años los niños pueden comenzar a meditar solos. A través de la imitación y el juego los más pequeños pueden fortalecer la calma y la atención. Estas son algunas de las herramientas para despertar estas habilidades en los niños.
- Plantearlo como un juego : Para ayudar a que los niños focalicen la atención en su respiración durante unos minutos, utiliza una rana de peluche. “Un rana puede enseñar a observar y trabajar la respiración. Esto funciona tanto para tu hijo, como para nosotros”, explica en su libro. “Cuando miráis a una rana veis su vientre subir y bajar despacio. Tiene atención. Atención y respiración.
- Utilizar la lectura: “Es una buena idea empezar con la meditación para dormir bien juntos, como una introducción cuando los llevas a la cama. Leer una historia tranquila, relajante en la cama, cantar juntos o seguir el audio de una meditación para dormir es un buen comienzo para acabar el día e iniciar una buena noche de sueño”, sugiere Snel.
- Comer con atención plena: “Se trata de una toma de conciencia con ejercicios relacionados con probar diferentes alimentos poniendo en ello toda la atención”, comparte la terapeuta. Sugerimos comer sentados, en una mesa y no en el sofá. No debe haber juguetes sobre la mesa, tableta o el móviles en la mesa. Siéntense todos con calma y tomen el tiempo de saborear cada bocado. Puede que a los niños les cueste permanecer en la silla durante toda la comida, aconseja Snel.
- Confiar en la imitación: “Los niños no son siempre buenos oyentes, pero son perfectos imitadores, de forma que cuando como padres nos tomamos el tiempo para estar realmente presentes de forma calmada y consciente, les damos también la herramienta más valiosa para el resto de sus vidas: convertirse en adultos estables y conscientes, con buenas relaciones con ellos mismos y otros”, asegura Snel.
- Ayudarles a reconocer los sentimientos: Se pueden plantear diferentes caras que asocien con estados de ánimo junto a fenómenos meteorológicos como el sol con la alegría, las nubes con la tristeza o la tormenta con la ira. La experta propone que identifiquen sus sentimientos: ¿Cuál es el tiempo de tus emociones? ¿Sabes decir qué tiempo hace en tu interior? Así sus hijos no rechazan sus emociones, sino que las aceptan, tendrán en cuenta su ‘tiempo interior’ y entenderán que eso repercute en su comportamiento.
- Utilizar el tacto para conectar: El contacto físico supone un factor determinante para que los niños desarrollen su confianza, se sientan seguros y conecten con los demás. “Además de la estimulación de la oxitocina, por la cual nos sentimos amados, el contacto con la piel reduce la producción de hormonas del estrés”, indica Snel.
Fuente : La Vanguardia, La Casa de Tití